Por Enrique Bernales Ballesteros. Jurista
En su mensaje de 28 de julio, el presidente de la República pidió al Congreso que estudie la creación de un ministerio de la cultura. Es un asunto que hace justicia al patrimonio histórico cultural del país, pero principalmente a nuestro presente, a la síntesis peruana en su rica diversidad, a una dimensión cultural que es intrínseca al desarrollo del país.
¿Por qué el presidente no anunció que enviaba un proyecto de ley de creación del ministerio de la cultura? Pienso que esta fórmula es preferible pues facilita el cauce legal del trabajo parlamentario.
La ambigüedad de los términos empleados sugiere que la creación del ministerio de la cultura tendría que venir por iniciativa parlamentaria. Ello sugiere que algún grupo presente el proyecto de ley, que este se debata sin preferencia y que necesariamente sea opinado por el Ejecutivo pues, los parlamentarios no tienen iniciativa en el gasto.
El camino propuesto es largo y puede ser tortuoso. Ojalá que este viejo tema no sea, una vez más, palabras que el viento se lleva. A comienzos de los años 80, inspirado en Basadre, Porras, Belaunde, Valcárcel, Tello, Sánchez y tantos grandes pensadores que reclamaron al Estado su indiferencia a los asuntos culturales, elaboré un proyecto de ley que creaba el ministerio de la cultura. Consulté el texto con el senador Luis Alberto Sánchez; conversamos largo sobre el tema. El proyecto le atraía, me contó las veces que intentó que el Estado se ocupara de promover e invertir en cultura y cómo se había estrellado contra muros de ignorancia e indiferencia.
"Su propuesta --me dijo-- va a chocar con los burócratas del MEF; no saben lo que es cultura... no les interesa". Sánchez tenia razón, exploré el asunto en varios ministerios... ni siquiera se dignaron contestar. Hasta allí llegó el proyecto en el que, iluso, tanto creí.
Han pasado varios años y en materia cultural nada ha cambiado. El Estado Peruano, ¡qué vergüenza!, es ajeno a una visión cultural del país. Política cultural no ha existido nunca; el patrimonio que es expresión de tanta vida, de tanto ingenio, creatividad y belleza, nunca ha tenido prioridad para el Estado. Si no fuera por la cooperación internacional, así como por la contribución de empresas privadas que valoran la creación humana, ¿en qué situación se hallaría hoy ese rico patrimonio del que tanto debiéramos enorgullecernos?
La indolencia ha ignorado la riqueza que nos viene del pasado, peor es, si cabe, el silencio que aísla la cultura viva del presente y la progresión responsable hacia el futuro. ¿A cuántos genios de las ciencias, de las letras y las artes beca anualmente el Estado? ¿Dónde están, qué pasó con los premios nacionales de cultura que alguna vez se entregaban anualmente? ¿Cuál es la política de concursos que otorga fondos públicos para inventos, para grupos de teatro, mimos, danza moderna, ballet, artes plásticas, música, teatro lírico, fotografía, cines, dibujo, literatura, etc.? La respuesta de los burócratas es conocida: "No hay dinero".
¿Por qué las pocas actividades culturales se encuentran solo en Lima? ¿Por qué el Perú pasa por la vergüenza de no tener un solo auditorio construido por el Estado en todo el territorio nacional?
No quiero seguir con esta penosa enumeración de preguntas. Lo cierto es que para nuestro Estado, la cultura carece de importancia y es hora de acabar con esa ignominia.
Desde hace varios años un grupo de artistas y expertos en temas culturales ha trabajado en un proyecto de ley sobre la creación del ministerio de la cultura. Sería útil que el Gobierno disponga su publicación; sería mejor que si está de acuerdo con él, lo haga suyo y lo envíe al Congreso. Así el debate cobraría vida y la inquietud presidencial por la cultura hallaría adecuada concreción.
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-publicado en El Comercio el 2 de agosto del 2008
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