domingo, 24 de octubre de 2010

Leer para crecer: el país invisible


Las ocho y treinta de la mañana en El Arenal, nuestro vehículo avanza raudo entre los sembríos, mientras decenas de niños esperan nuestra llegada en la puerta de la improvisada capilla-escuela-auditorio-local comunal de la zona. Los sábados se celebra una especie de fiesta en la mirada de los pequeños, en sus vidas, y uno puede constatarlo con sus abrazos. Los voluntarios del Plan de Fomento a la Lectura "Leer para crecer" hemos llegado hasta este olvidado paraje de Cascajal Izquierdo para las sesiones de lectura de cada fin de semana, para los juegos de integración, las clases de pintura, la proyección de films, el espectáculo de cuentacuentos, títeres, la visita de algún escritor chimbotano o simplemente para conversar con los pequeños, cantar con ellos, compartir su mundo.

A una hora de Chimbote el aire es puro, el sol enorme y el arcoiris perfecto en lo alto del cielo. En la explanada, la jornada se inicia con una enorme ronda que nos permitirá jugar al ratón y al gato con los pequeños, entre otras dinámicas. La distibución de libros de cuentos en las dos aulas, la lectura, las preguntas y respuestas es lo que sigue y justifica largamente el día. A los niños de El Arenal les encanta dibujar, pero dejamos la parte gráfica para el final de la jornada. Cuentos infantiles clásicos, cuentos peruanos, relatos orales anónimos, comprensión de lectura. Los pequeños se interesan más en los cuentos que les hablan de su realidad, del campo, de los animales y de la niñez, esa etapa del desarrollo humano en la que se forman las capacidades individuales, cognitivas y productivas.

La intensa y hasta ahora silenciosa labor que realiza la empresa Ferreyros en el ámbito de la responsabilidad social demuestra el compromiso con el desarrollo sostenible que tanto necesitamos; ojalá así lo entendieran otras empresas y emprendieran la trascendental tarea de ejercer un rol decisivo en el cambio social que el país invisible (de tierra adentro) reclama.

Así lo han entendido Carlos, César, Alberto, Eusebio y el suscrito, integrantes del programa de voluntariado que aplica desde hace tres años el plan de lectura en este excluido sector del valle del Santa. “Los niños no sufragan, no protestan, no hacen huelgas ni toman carreteras, por eso siempre están postergados y viven al margen de la agenda política”. Recordamos la frase del padre Gastón Garatea y reflexionamos alrededor de las cifras macroeconómicas que los medios de comunicación difunden diariamente, olvidando el lado humano de los niños, su futuro, la humanización de los presupuestos.

Negar la prioridad de la infancia en salud, educación, nutrición y recreación es no tener una visión de país y no querer romper el círculo vicioso de la pobreza que se transmite de padres a hijos por generaciones. Urge aumentar el capital humano en el futuro, potenciar la triada esencial para una buena infancia: afecto-juego-buena alimentación, que les sirva a los más pequeños no sólo a sobrevivir, sino a florecer, a crecer plenamente.

Hoy, El Arenal ha recibe la visita de Marco Cueva, escritor, pediatra, profesor universitario y amigo, quien invitado por el Plan de Fomento a la Lectura "Leer para crecer" ha traído una guitarra atiborrada de canciones, una lectura y un lote de libros como obsequio. Nos acompaña también Carlitos, estudiante del Colegio Cervelló, quien ha venido a compartir un libro de valores y a experimentar in situ nuestra pequeña experiencia. Democratizar el acceso al libro, a otros soportes de la información, y promover iniciativas orientadas al fomento de la lectura es el mejor de los trabajos al que podamos dedicarle nuestro tiempo y energía.

En Ferreyros (Sede Chimbote) se desarrolla también un Taller de Lectura con los trabajadores, espacio pedagógico que implica pensar en la educación como un aprendizaje permanente, en la que el participante juega un papel activo y protagonista mediante los elementos de análisis intelectual y social que se les brinda. En la lectura está todo, sin lectores no hay democracia ni ciudadanía, tampoco conocimiento, saber. El único camino hacia todo ello, hacia ser mejores personas, es la lectura y nada puede sustituirla. Por eso urge engrandecer y multiplicar espacios como el que estoy describiendo, orientar la responsabilidad social empresarial hacia la generación de impactos positivos, educar en valores y aportar al desarrollo.

Desde pequeños, en casa, nos enseñaron a ser agradecidos en la vida, desde niños aprendimos la importancia del libro, a compartir con los que menos tienen y a comportarnos de ese modo a lo largo de nuestra existencia. El ser escritor fue siempre (continúa siendo) otro asunto y lo aprendimos por cuenta propia: saber que lo importante no es el reconocimiento sino escribir (escribir bien), encadenarse de por vida a un noble pero implacable oficio, es pasión, necesidad, deseo de contribuir a que realmente seamos un país grande, un país de lectores.

Para el suscrito, cuando escribe en soledad y aislamiento, los marcos referenciales de lo social y de lo político están en la defensa de la lectura, de la escuela, el vínculo con los maestros, con los bibliotecarios. En ese sentido, el trabajo que desarrollamos con los voluntarios en El Arenal está vinculado a esa necesidad, a esa permanente pedagogía, diría yo, de despertar la curiosidad y la imaginación, la alegría del conocimiento.

Sin dejar de escribir, tenemos la oportunidad de hacer algo en la vida; en este blog recordamos siempre las palabras pronunciadas por el maestro Luis Jaime Cisneros el año pasado en la Casona de San Marcos: "Cuando compruebo que invertir en la infancia ayuda a erradicar la pobreza y estimula el desarrollo sostenible del país, me reconcilio con la vida y veo el porvenir muy cerca del horizonte". Nada es más contundente que la verdad, la vida, la lectura. (Texto de Augusto Rubio Acosta, tomado de marea cultural)