"En Latinoamérica no hay una cultura de inversión de la riqueza"
Diario El Comercio
por Elizabeth Cavero
Brasil, al igual que el Perú, es un país de grandes extremos sociales. Y fue en Brasil que Anamaría Schindler, autora de varios estudios sobre la violencia, investigó el rol de las empresas en los cambios sociales. Hace diez años entró a Ashoka para hacerse cargo de la oficina que esta institución social tiene en la consultora Mc Kinsey de Sao Paulo. Es la única oficina de Ashoka cuyos proyectos forman parte del trabajo diario de la empresa, pese a que el convenio es global. Más tarde, durante cinco años fue responsable de las alianzas estratégicas de Ashoka y, finalmente, en el 2005, pasó a ser copresidenta de la institución. Para hablar de la importancia de Ashoka en el mundo, basta decir que uno de sus patrocinados es Muhammad Yunus, el economista indio que desarrolló el concepto del microcrédito.
¿Todos los proyectos sociales son rentables?
No, no todos generan rentabilidad. Sin embargo, el reto es que sean sostenibles y para eso deben generar su propio financiamiento. La gran diferencia es que la riqueza obtenida por un negocio social no se reparte entre un conjunto de accionistas, sino en la propia misión social. Es decir, se reinvierte en la propia organización que lo lleva a cabo. Por otra parte, el impacto y el cambio social son el más importante beneficio que genera un proyecto social.
Si este cambio social beneficia a todos, los proyectos sociales deberían ser suficientemente atractivos. ¿Por qué entonces existe la necesidad de convencer a las empresas de que inviertan en proyectos sociales?
Porque, históricamente, siempre ha habido una división muy grande entre el sector de negocios y los sectores que hacen trabajo social. El fin principal de una empresa siempre fue generar lucro y, cuando muy rara vez, una se involucró en un tema social, fue a través de la filantropía.
Porque no se relaciona con la obtención de una ganancia...
Por eso los emprendedores sociales deben convencer a los empresarios de que apoyar un proyecto de cambio social también puede ser parte de su estrategia. Por cierto, quienes hacemos los proyectos también tenemos que mejorar al demostrar a las empresas el impacto y la eficiencia. Esto es un desafío.
Una estadística mundial señala que entre el 97% y el 98% de las empresas son pequeñas empresas y microempresas. Muchas de ellas apenas sostienen sus costos de operación. ¿Es razonable pedirles que además inviertan en proyectos sociales?
Es razonable pedirles que se conecten con sus comunidades y que tengan una estrategia de actuación social. Si las empresas no pueden hacer una inversión financiera, pueden invertir en especie. Es un tema de voluntad.
¿Me puede poner un ejemplo?
En Brasil hay una empresa llamada Flores-on-Line, creada por un 'start-up' (emprendedor que recién inicia su negocio). Ellos no pueden invertir dinero en un proyecto social, sin embargo, tienen un sistema de 'delivery' impresionante. A iniciativa de un emprendedor social, Flores-on-Line reparte, junto con las tarjetas de las flores, un mensaje sobre la importancia de los proyectos sociales. Eso es un márketing impresionante.
Un reciente estudio señala que, entre los ricos del mundo, los de América Latina son los que menos contribuyen con causas sociales y menos filantropía practican. ¿Desde la percepción de Ashoka, ello se confirma?
Totalmente. En Latinoamérica no hay una cultura de inversión de la riqueza y lo que ha pasado en los últimos 15 años es que las grandes empresas crearon sus propias fundaciones para llevar adelante proyectos sociales. Hay mecanismos legales que apoyan la inversión de estas empresas en sus fundaciones y no en instituciones de promoción social con veinte años de experiencia.
¿Está de acuerdo con la afirmación de que algunas empresas invierten en proyectos sociales por un corto período, solo con el fin de generarse una buena imagen?
Sí, estoy de acuerdo.
¿En ese caso, no es mayor el beneficio para la empresa que el que pudieron obtener los gestores de proyectos sociales? ¿No es peor el impacto cuando una empresa pone y luego quita el financiamiento?
Hay varias cosas. Primero, es cierto que hay empresas que apoyan un proyecto social solo con fines de márketing, pero son pocas. Otras empiezan con esa perspectiva, pero cuando empezamos a trabajar con ellas las convencemos de que la buena imagen no es el punto. Una de nuestras estrategias es la de involucrar a los ejecutivos en el proyecto social e iniciar un proceso de cambio de mentalidad entre los trabajadores. Diría que la mayoría de empresas sí entra en un proyecto social con responsabilidad.
¿Qué cree usted que falta conectar cuando las grandes riquezas que están teniendo hoy muchas empresas en el mundo no se traducen en bienestar para personas que siguen en la miseria?
Es que el cambio no va a partir de las empresas, sino de las personas. Entonces, si yo soy un empresario, tengo que tomar la decisión de que mi empresa se involucre en el cambio; lo mismo si soy el presidente de un país. Primero hay que tomar decisiones personales y de ahí pasar al trabajo institucional. Mira a Bill Gates, el segundo hombre más rico del mundo. Él tomó la decisión de invertir US$24.000 millones en África y fue una decisión personal. El mensaje de Ashoka es que todos podemos cambiar el mundo.
¿Cuántos emprendedores de Ashoka fracasaron y dejaron de recibir el estipendio?
Muy pocos, el 94% sigue adelante con su proyecto. Por eso las empresas que quieren apoyar proyectos de cambio social, pero no saben a través de quién hacerlo, deben contactarse con Ashoka. Nosotros identificamos emprendedores sociales que pueden interactuar con las empresas, que son ejecutivos
No son burócratas...
No, ellos también son emprendedores. No de los negocios, sino de cambios sociales.
Acerca de Ashoka
La organización Ashoka fue fundada en 1980 por el estadounidense Bill Drayton, quien tuvo la idea de identificar a personas capaces de emprender cambios sociales y darles un estipendio que les permita llevar a cabo su proyecto. Drayton llamó Ashoka a la institución porque ese era el nombre del unificador y reformador de la educación en India, en el tercer siglo antes de Cristo.
La organización está hoy en 60 países en los cuales ha promovido a 1.700 emprendedores sociales. En el Perú, los emprendedores de Ashoka son 32 y han trabajado en sistemas de manejo de residuos, conservación de bosques y cuencas y apoyo a madres lactantes, educación, entre otros.
La organización está hoy en 60 países en los cuales ha promovido a 1.700 emprendedores sociales. En el Perú, los emprendedores de Ashoka son 32 y han trabajado en sistemas de manejo de residuos, conservación de bosques y cuencas y apoyo a madres lactantes, educación, entre otros.
Pueden ver la entrevista completa en el link
1 comentario:
Hola Carlos,
Muchas gracias por incluir esta entrevista a Ana María Schindler. Quizás te interese también esta otra entrevista a Ana María Schindler en La Hora N, con Jaime de Althaus.
Te invito a visitar y participar del nuevo blog de Ashoka en Perú, donde estamos buscando iniciar un diálogo en torno a la importancia y el valor del emprendimiento social para el desarrollo del Perú.
Intenté comunicarme contigo por correo electrónico, pero no pude encontrar tu dirección. Gracias de nuevo y si hay alguna información con que podamos ayudarte, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
Un saludo,
Eduardo
Ashoka Perú
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